Ayer se produjo la primera víctima durante los disturbios producidos en Tegucigalpa entre los partidarios del depuesto Manuel Zelaya y las fuerzas policiales del Presidente de facto, como todos los medios de comunicación llaman, Micheletti. Esta nueva oleada de violencia viene precedida por el retorno de Zelaya al país en una jugada arriesgada que lo que precisamente busca es levantar al pueblo contra los que hicieron que abandonase el cargo. Zelaya se encuentra refugiado en la embajada brasileña aunque Lula da Silva ya le ha comunicado que no les dé excesivas razones a la policía para que asalten el lugar. Si Micheletti consigue aguantar al ejercito los únicos que van a sufrir las consecuencias de una posible revuelta van a ser los hondureños. Se les aplicará mano dura y punto. Pero si Zelaya consiguiera el apoyo de parte de las Fuerzas Armadas, en Honduras podría iniciarse una guerra civil.
Punto que me gustaría tratar aparte es el papel de Brasil en todo esto. Indudablemente es uno de los países emergentes que se está extendiendo su influencia de manera más notoria. Su recuperación económica ya ha empezado y hace unos meses se descubrió el que seguramente es el yacimiento de petróleo más grande del globo. Lula da Silva es un hombre con carisma y saldrá de esta crisis muy reforzado. Además la influencia primordial de Brasil en Latinoamérica es ya palpable, Micheleti, a pesar de que ha sido en la embajada de este país donde se ha refugiado Zelaya, ni ha atrevido a amenazar con una intervención contundente.
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