miércoles, 15 de abril de 2009

Roma (I)


Doscientos años después de Cristo el Imperio Romano se extendía desde Arabia hasta Britania por más de 6 millones de kilómetros cuadrados, 70 millones de personas vivían y morían bajo el yugo de los Césares, el 25% de la población mundial. Es casi con toda seguridad la civilización que más ha influido en el desarrollo de Europa. Un romano podía pasearse tranquilamente por la mayoría del mundo conocido protegido únicamente por las palabras civis romanus, soy ciudadano romano, y cualquiera sabía que si le hacían daño a uno solo caería sobre ellos el puño de la mayor superpotencia del momento.


Tratar sobre Roma en términos generales es un verdadero problema debido a lo dilatado de su historia, estamos hablando de más de catorce siglos de existencia, sin contar los mil años que perduró el Imperio en oriente. Roma fue gobernada en un principio por monarcas, luego llegaría el momento de la República y finalmente el momento de máximo esplendor, el Imperio.
Pero la historia de Roma es la historia de sus gobernantes, fue un Imperio que generó por igual genios y locos. Para mí existen dos momentos que siempre me han resultado muy atractivos:


La batalla de Alesia: En el momento álgido de la Guerra de las Galias César pone sitio a la ciudad de Alesia donde está refugiado con 80000 hombres Vecingerteroix, líder de la resistencia. Mientras esto ocurre un ejército de liberación de unos 350000 soldados se dirige a levantar el sitio de la ciudad, el genio de César se mide a un ejército diez veces superior al suyo. Decide levantar una segunda línea de fortificaciones alrededor de Alesia y con acciones valerosas consigue derrotar a los galos y ponerlos en retirada. César escribiría luego en sus “Comentarios a la Guerra de las Galias” que si sus tropas no un hubieran estado exhaustas la aniquilación del enemigo hubiera sido irremediable. Tras la victoria de César la Galia se convierte de hecho en provincia romana.


La batalla de los Campos Cataláunicos: Que enfreno a las hordas de Atila el huno contra una coalición romana encabezada por el general Flavio Aecio, el último romano, llamado así por sus denodados esfuerzos de sostener un Imperio que se desmoronaba a pasos agigantados. Fue la última gran demostración del poderío de Roma, casi todas las naciones europeas participaron en la batalla, unos 500000 hombres entre ambos bandos. La batalla se saldo con la victoria romana pero a un alto precio, aunque se consiguió por fin lo que nadie había podido hacer hasta entonces, frenar el avance de Atila, la tormenta del Este.

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