domingo, 8 de febrero de 2009

Despertares


A finales de 1920 el mundo se vio asolado por una gran epidemia de encefalitis letárgica. Se calcula que unos cinco millones de personas fueron afectadas, la mitad de ellas murieron, el resto sobrevivió y un gran número de ellas se vieron abocadas a un estado de semi-inconsciencia. A finales de los 60 el D. Oliver Sacks descubrió a un reducido grupo de supervivientes en un hospital de Nueva York. Al poco se sintetizó una nueva droga llamada L-Dopa para tratar el Parkinson. El D. Sacks decidió administrarles a estos pacientes L-Dopa y en el verano de 1969 ocurrió el milagro. Aquellas personas tras pasar décadas de sus vidas en un estado letárgico despertaron reencontrándose con el mundo. Muchos de ellos aceptaron lo que les había pasado, para otros fue demasiado duro el paso de los años, el tiempo perdido y los seres queridos perdidos. Los pacientes redescubrieron un paisaje totalmente diferente al que recordaban, trataron de reintegrarse al mundo y recuperar sus vidas. Sin embargo los efectos de la droga se desvanecieron tan pronto como habían llegado y a finales del verano todos los pacientes habían vuelto a su estado letárgico. Aun hoy no se sabe con exactitud como la encefalitis letárgica daño sus cerebros, como la L-Dopa consiguió despertarlos ni porque todos acabaron de nuevo en ese estado.

Pero, ¿cómo se asume que uno ha perdido cuarenta años de su vida? Te acuestas siendo un simple crío y cuando despiertas el mundo no es el que recuerdas, todo ha cambiado... No eran personas en muerte cerebral, ni en comas irreversibles, dentro de aquellos cerebros dañados seguía habiendo seres humanos, personas con unas vidas y unas historias propias, que por desgracia jamás se pudieron recuperar. Lo ocurrido durante la larga epidemia, en los “despertares” y los daños provocados es algo que no se entiende al 100%. No a todos les afectó la encefalitis de la misma manera, los daños cerebrales fueron distintos de unas personas a otras y un gran número se recuperó totalmente. Tras aquel increíble verano de 1969 hubo otros despertares pero nunca tan intensos como aquellos.